viernes, 18 de febrero de 2011

Envase


El crecimiento personal que atravieso remueve y da lugar a un mundo de complejos, emociones, percepciones, dudas, recuerdos… Y toda la energía dentro de mí se hace muy intensa llegando a cada rincón del cosmos que contiene este cuerpo; como un envase lleno de tanta luz que es casi imperceptible para la vista. Comienzo a recorrer caminos, buscar respuestas o tomar decisiones erróneas y certeras mientras simulo ser alguien más normal, con horarios, mascotas y secretos.
Ha sido todo un reto, como intentar traspasar un muro de concreto producto de mi mente la que curiosamente es quien trabaja en intentar demoler ese enorme obstáculo entre mi ser y la libertad. Todos mis sentidos funcionan agudamente, estoy en equilibrio y contacto conmigo misma y con todo lo que me rodea, reconozco los sonidos, veo más allá del holograma, descifro verdades y respiro sin obstáculos cada aliento.
Sin embargo aún intento deshacerme de la oscuridad ante mi cuando cierro los ojos, el inmenso y vacío mundo que se imprime como mostrándome la nada misma. El manto lóbrego llega a ser intermitente en momentos de concentración y casi exitoso abandono de lo mundano, de la jaula de carne que me mantiene entre los mortales; y logro divisar muy pobremente el vasto resplandor como un alboroto de energía y ardor, una ráfaga de vida dentro de la vida. Indescriptibles sensaciones, una explosión de sentimientos como diminutos e infinitos átomos chocando entre sí, el cuerpo es un envase y la mente un portal astral casi indescifrable y considerablemente inexplorado por el hombre.

viernes, 24 de diciembre de 2010

La mente no es tan sólo la actividad del cerebro, sino que éste es el sustento físico a través del cual esta se manifiesta (...)

martes, 10 de agosto de 2010

Absorbente ritual


Una vez en el regazo del lugar que, al aproximarse la noche, me acoge mi cabeza maquina rápidamente, tan rápido que parece desprenderse y su fuerza destroza los restos de discreción dejados en el monzón anterior. Y en medio del caótico final del ciclo, puedo vislumbrar entre escombros tu alegoría que tiene forma de entelequia y a sus pies descanso aun sabiendo la trivialidad en la que me envuelve.
Se aproxima a mí en medio de su gloria, esa mágica larva y me susurra sonidos ya ilustres y me da órdenes en medio de mi sumisión. Una vez terminado el absorbente ritual vuelvo a mis quedas infernales y casi eternas, en las que extrañamente soy feliz y consciente de mi condición deplorable y continuamente marginal.
Una vez en el regazo del lugar que me oculta, mi alma contempla en medio de sollozos el triste augurio del venidero recuerdo tuyo que me atrapa y me concede el decoro de venerarte aun en medio de mi desdicha.

No soy nada poética ni mucho menos elocuente. Mi capacidad para escuchar parece agudizarse con el punzante movimiento del reloj, angustioso… pero no más que la percepción que diviso del mundo, del llanto, de la brisa, de la religión, de los hombres, de la muerte. Esta última contemplación tan diminuta como mi proximidad a la cordura. En algún momento la soñé y le temí siendo yo ignorante de la simpleza que guarda. No es suficiente extinguirse. Eso no basta para un alma lánguida.
Pero pude encontrar algo peor que la muerte, peor que el estar eternamente cabalgando en el infinito onírico sin ser consciente de ello, peor que cualquier percepción del “descanso eterno” idealizado hasta por el más insignificante ser.
En medio de la inconformidad y el tornadizo estado anímico que me acompañan aparto más y más mi espectro del resto del orbe y el enrarecimiento entre él y yo se ensancha y alimento mi clarividencia explorando instintos lúgubres escondidos en polvorientas letras y sonidos del pasado. La vacuidad es ahora protagonista y la noción adquirida cada vez, estimula la extensión de la fisura que separa mi verdad de la quimera enciclopédica.

Insomnio


Me duele la espalda. Mucho. Es el resultado de haberme reído sin control, algún movimiento brusco me dejó así. No estoy bien, no por el dolor de espalda, ni tampoco por teclear con tanta cautela, no quiero hacer ruido. Son las cinco y cincuenta y uno, algunos duermen aun. Creo que algo pasa conmigo, algo muy extraño. Nunca antes me sentí así, como alerta. Puedo escuchar la respiración del PC. No me sentí así antes, ni siquiera cuando usé algún psicotrópico. Demasiado alerta, demasiado despierta para creer que la respiración es falsa. Estoy leyendo esa novela, no se que género es, en realidad no se nada de su autor, no se nada de nada. Lo único que puedo asegurar es que sigo escuchando la respiración. O tal vez es la tele en el otro cuarto. Hace frío y siento que poco a poco voy recuperando la cordura. De verdad no estoy trabada, y de hecho; después de la noche que he pasado, no estoy segura si deba volver a fumar yerba, tal vez me raye más. Ya puedo escuchar los autos que pasan, mi corazón se acelera y mis ojos se agrandan y luego vuelven a su lugar. Ya falta un minuto para las seis, quiero irme a la cama de nuevo antes que todos despierten, así no me verán aquí escribiendo para pensar que soy mas rara de lo que imaginan. Acabo de notar que no hay puntos aparte aquí. Eso es un error gramatical, es que me gusta como se ve así, todo ordenadito como en fila igual que todo lo demás. Yo no soy nada ordenada, pero hace más o menos setenta y dos horas me volví maniática, sigilosa, alerta. Y todo en su lugar, menos mi corazón que se quiere salir con cada sonido pequeño que alcanzo a percibir. P U N T O A P A R T E.

Ahora son las seis quince. Fui descubierta en mi casi perfecto crimen de insomnio y letras. Está bien, no importará ser tildada de rara por segunda vez en dos días. Y ahora os presento a mi acompañante el pocillo de leche FRIA. Pero que cliché. Me repugnan el noventa y cinco por ciento de las cosas que la gente venera. Y ahora lo recuerdo, lo cual quiere decir que he vuelto a ser yo. Aunque sé que siempre lo he sido, no es como esa novela escocesa donde el asesino y el muerto son el mismo, o algo así, no lo sé con certeza no la he leído si lo hiciera al menos atribuiría mi repentina demencia a ella.
A veces pienso en ese hombre, Stevenson, el autor, ricachón, se dice que sus viajes definieron su proceder literario, entonces empezó escribiendo puras obras de lugares que jamás conoceré. Siempre he tenido un cierto repudio hacia la gente acomodada porque nunca hacen nada por sus vidas ni por las vidas de otros. Pero hay excepciones. Siempre las hay. La vida se trata de eso básicamente. El punto es, porque de repente Stevenson dejó el camino seguro, por lo cual era conocido, el gran “cuenta cuentos” y de repente Jekyll y Hyde, un giro de 360 grados, no?

Ya son las seis cuarenta y cuatro, empiezo a sentir mareo. Debe ser por no haber dormido bien en días o tal vez por la pastilla de trileptal que tomé para mi dolor de espalda. Mi salud se deteriora, y mi cara de Michael Jackson me delata. No quiero volver a la cama, siento que me absorbe cualquier tipo de brío que haya podido acumular con el pocillo de leche que bebí. Lo único que consumo completo, en semanas.

lunes, 13 de octubre de 2008

Flotar es caer


Los pies tocan la superficie firmemente casi convenciéndome que no hay vacuidad alguna debajo de ellos y que la estabilidad no acabará. Pero la oquedad no tarda y caer se vuelve un ritual, viendo como todo se aleja… Como me alejo yo hacia la nada. Y parece infinita la sensación de ser victima de la gravedad, desearía no dejar de caer, y también dejar de esperar. Pero espero, espero el impacto que también aguarda por mí; aunque parece distante y no pienso en él, ahí está amenazando con consumar mi caída…

Pero mientras caigo me siento ligera, mi peso se vuelve mi enemigo y aún así es suficientemente liviano para dejarme disfrutar un poco más mi desprendimiento. No puedo evitar sentir que es mas seguro aquí. Aquí hay un arriba y un abajo nada mas, no estas dentro ni fuera… Sólo caes, mi corazón expectante se acelera, ya puedo sentir mi desplome en una superficie nueva, totalmente ajena a la que la mis pies tocaban anteriormente… A pesar de mi curiosidad por tocar la textura del nuevo pavimento, no quiero dejar de sentir esto, sentir que no soy dueña de nada, ni siquiera de la sensación que me causa descender… Me gusta esperar el impacto y flotar… “Y la única forma de flotar es caer”…